'''Fiesta de los Chutillos '''
En lo que respecta a las comidas tradicionales para estas fiestas de “Ch’utillos”, durante los tres días de fiesta y danzas folklóricas, se traduce en el preparado y servicio del “uchu-chico”, así como el “Ají de Achacana”, al margen del asado de carne de Llama, el asado de cerdo o lechón, y la infaltable chicha de Tinquipaya, lugar muy próximo a la capilla de San Bartolomé en “La Puerta”.
La Fiesta del Señor de la Cruz
Cada grupo tenia su cruz - se supone que el 3 de mayo se recuerda al señor de la cruz. El que la traía en sus hombros era el pasante de la fiesta.
Es interesante observar la “humanización” de las cruces hechas de madera; en la parte superior llevan una figura del rostro de Cristo vestido con poncho, bufanda y ch’uspa asemejándose a una persona, en algunos casos adornado con chumpis, con banderas blancas, otras cruces llevan sobre la cabeza una pequeña montera de cuero, como si Cristo también vinieran a pelear en el Tinku. Colgaban en la cruz papas, maíz, etc. que representan semillas para la producción agrícola, solo los pasantes que llevan la cruz debían ingresar a la iglesia a escuchar la misa.
En cuanto al Tinku mismo, en las tres esquinas de la plaza había enfrentamientos entre los ayllus de arriba o abajo o entre parcialidades de ayllu.
La pelea - contrariamente a lo que se puede creer- no es una batalla campal de todos contra todos, sino que los enfrentamientos corresponden a un ordenamiento social establecido, los conflictos de dan a nivel de la parcialidad de Alasaya y Majasaya, por ejemplo entre los ayllus de Bombori y Uluchi, y entre parcialidades de “churi” ayllus, por ejemplo Salinas alta con Salinas baja.
El ordenamiento dentro del conflicto no solo se da a nivel macro social, sino a nivel de genero y edad, nos solo pelean los varones, sino también las “Imilla wawas” (mujeres solteras), los adolescentes y los niños.
Esta disposición “natural” en el Tinku ahora se halla controlada, por no decir reprimida por la presencia de la policía y los vecinos que organizan su “policía civil”, haciendo que el conflicto se convierta en un espectáculo de box entre los varones, a ver cual de ellos es el vencedor.
En determinados momentos, los vecinos y la policía no pudieron controlar a los bandos enfrentados y es en esos momentos en que el Tinku adquiría su forma más primigenia. La pelea es una batalla entre colectivos sociales, no individuos; la figura es el rapto de un varón del bando opuesto que es arrastrado hacia sus adversarios, al mismo tiempo le quitan sus prendas y atavíos, montera, fajas y le empiezan a “wayqhear” (golpearle entre todos), recibe patadas, puñetes, en eso intervienen sus coetáneos para defenderlo, incluso sus mujeres echándose encima del caído para protegerlo de los golpes con su propio cuerpo sin importarles en algunos casos que tengan un niño en sus espaldas.
Carnaval de Potosí
La Ch'alla"
Una de las tradiciones más arraigadas en Potosí es, sin duda, la famosa "Ch'alla del martes de carnaval". Ese día las "cancha-pampas", los socavones mineros, los ingenios para la molienda de minerales, viviendas particulares, al igual que las casas de hacienda, terrenos de cultivo, movilidades de transporte y todo cuanto se ha adquirido reciben el enflorecimiento o alegoría, como un reconocimiento al poder espiritual de la Pachamama.
Se dice que, si la casa, la mina o los objetos propios de cada familia, no reciben la Ch'alla, con el convite y del tradicional ponche potosino, seguro no tendrá la gracia o favor que ofrece el espíritu de la madre tierra.
Había también la costumbre de realizar la wilancha (sacrificar) a la llama y la alpaca, con cuya sangre regaban las puertas de sus casas, las bocaminas, los ingenios y todo lugar de trabajo, pidiendo a la Pachamama properidad en la cosecha, el comercio, en la mina y salud.
Artesanías del tiempo de carnaval
Para el carnaval aparecen diversos trabajos de artesanía, como ser: figurines de papel y paja brava, las banderitas de papel a todo color; luego, las canastillas del mismo material, junto a las cenefas, rosones, pelotillas de papel, cadenillas, banderillas en hilo y paja, estrellas de papel estañado, bolsitas de color, payasos de papel, pepinos, negras, herrajes, abanicos, campanas a color y otros figuines trabajados en papel seda que representan a ciertos animales propios del lugar.
Aquí, no podemos dejar de mencionar aquellos trabajos artísticos en papel a color, en forma de cholitas potosinas, artísticos diablillos, mariposas, condorcillos, llamas con cargamento, figuras humanas representando a los nativos de una otra provincia de Potosí, así como chiriguanos y otros lugareños de las selvas bolivianas.
A toda esta artesanía trabajada en papel, se añade las distintas clases de florecillas de campo, tales como la pampa-tika, flor ramosa, altea, flor zapatilla, amor seco, rumisa, chajramistura, sunchutika, flor saliva de la Virgen, tantana, tani-tani, flor mixtura silvestre, rosas deshojadas y las hojas largas de maizal, llamadas "atis".
Las coplas del Carnaval
En cierta forma, los carnavales potosinos, motivaron en tiempos lejanos, cantar coplas o los "Takipanacus" de las diversas comunidades rurales:
Coplas:
En la caja que me entierren que no me claven con clavos: que me clave mi adorada con un beso de sus labios
La Clementina está en cama y me pide chocolate; yo le doy el molinillo y ella solita se bate...
¡Ay! Señor mío si mi mujer se muriera a la semana justa estaría con mi cuñada y ya estando con mi cuñada con la menorcita más estaría lunarejita..., potosinita...!
Los confites potosinos
Por el carnaval también se consumen confites y frutas endulzadas, tradición heredada de la colonia y ampliamente difundida durante la República, hasta el punto que los dueños de las minas e ingenios entregaban a cada trabajador, palliri y chivato una cantidad de tinkas (bolas) envueltas en pañoletas flamantes para la Ch'alla.
Con el obsequio los trabajadores recibían una gratificación en tinkas de estaño y plata, todo de acuerdo con el desempeño mostrado durante el año anterior.
La costumbre de regalar confites se mantiene, sobre todo, en la ciudad de Potosí, donde en el virreinato la receta para la elaboración del dulce sólo era conocida por los españoles; el secreto salió en algún momento de la mano de un diligente sirviente nativo.
Por entonces, las religiosas de los conventos de Santa Teresa y Nuestra Señora de los Remedios también sabían la receta y vendían el confite mediante los tornos o armarios giratorios empotrados en sus murallas
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ResponderEliminarADEMAS SUGIERO QE INCORPOREN OTRAS DANZAS MAS.